SIMPLEMENTE NATURALES

 




Hasta hace algunos años la herboristería se asociaba a un pasado del que parecía querer huir la persona de a pie, algo que estaba a caballo entre la curiosidad, la tradición y la magia, algo que parecía abocado a la extinción. Sin embargo, nada más lejos de eso.

A las hierbas medicinales se les llama “simples” ya que en ellas se encuentran en estado natural, o sea, simple, todos los principios activos que la medicina de farmacia utiliza normalmente, y que son los responsables de actuar sobre la tos o el reumatismo, el dolor de tripas o el dolor de cabeza o bien de devolver a un cutis ajado su esplendor, la vitalidad a un cabello frágil o la dignidad a unas uñas abiertas.

En fin, que no solamente el ser humano, a pesar de todo, ha sabido conservar sus orígenes y su conexión con la madre tierra, sino que cada vez toma más auge todo lo que elimine intermediarios entre el reino vegetal y las personas.

Nuestros antepasados atribuían a las flores o a las raíces de las plantas cualidades no solo curativas sino, sobre todo, propiedades secretas, más allá de cualquier explicación comprensible, como por ejemplo la capacidad de "restituir un amor perdido o de alejar los rayos o de atraer la riqueza". Todavía en algunos mercados de hierbas medicinales actuales las plantas son recomendadas por esta doble función.

Para encontrar el origen de la fitoterapia habría que remontarse a la prehistoria del hombre. Sin embargo, a partir del siglo XVIII el uso de las plantas entró en crisis. La química descompuso las hierbas en sus elementos constituyentes: azufre, calcio, hierro, potasio, etc, y la redujo erróneamente a sus partes. Desde entonces, el objetivo de estos primeros científicos fue:

crear artificialmente lo que la naturaleza producía espontáneamente en las plantas”.

La nueva conciencia ecológica nos ha devuelto la herboristería a nuestra vida diaria, pero uno se pregunta dónde han ido a parar esos viejecitos o incluso jovenzuelos, que trepando colinas y montes arriba recogían las hierbas todavía húmedas por el rocío. A los pelirrojos, en la antigüedad, se les aconsejaba lavarse la cara con el primer rocío de la mañana para eliminar las pecas. Lo sé porque yo estuve casada con uno que se las quitó de ese modo.

Sin embargo no todas las hierbas son inofensivas, y sobre todo, no vale cualquier dosis, ésta debe ser regulada y modificada según la persona. Como dirían los maestros: las hierbas no deben entusiasmar porque estén de moda sino que deben considerarse en base a sus resultados.

Para ello se debe uno acercar a conocerlas y aprender a amarlas. Es un viaje largo pero fantástico y misterioso, que nos aportará mucho bienestar para el cuerpo y alegría para el alma.

Y para terminar, aquí os dejo una receta medieval que encontré para las pesadillas:

  • Flor de lavanda

  • Flores de espino

  • Piedra de jaspe

  • manzanilla

  • pasionaria

  • Agua

Se hace una pasta con las hierbas y un poco de agua. Con ella se reboza la piedra de jaspe que a continuación se pondrá en contacto con la piel durante la noche, a ser posible cerca del corazón. Se puede sostener con una venda, pero ésta ha de ser elástica para dormir bien y que circule la sangre. El jaspe espanta las pesadillas y reconduce el comportamiento de las personas. Y ¡felices sueños!



Comentarios

Entradas populares de este blog

CULTIVAR, CULTIVARSE

EL INCIENSO, UNA EXPERIENCIA ATÁVICA

LA COSMÉTICA A TRAVÉS DE LA HISTORIA