INCIENSOS LEGENDARIOS

 


Desde
el 3500 a.c la India ha tenido y tiene una rica tradición en el uso de inciensos tanto por motivos sociales como religiosos, o de salud. Aunque, al parecer, muchas más civilizaciones antiguas, como Asiria, Babilonia y Persia, ya los habían usado antes por motivos similares.

Dentro de la medicina Ayurveda, la primera fase de curación realizada siempre por monjes, consiste en la aplicación de uno o varios “agarbathi”, palabra derivada del sánscrito Gara: aroma; Agar: fragancia y Varthi: estaca, es decir, de la aplicación de “una pasta de incienso moldeada alrededor de una varilla, normalmente de bambú”

Esta pasta forma parte de una de las más habituales formas del incienso hindú, nombrada incluso en los textos más antiguos de los Vedas (el Atharva Veda y el Rig Veda), siendo parte integral de cualquiera de sus muchos rituales, en los que se usa para eliminar los olores desagradables que puedan estar suspendidos en el aire y crear el entorno perfecto para un ritual espiritual auspicioso, llenándolo así con unos aromas más agradables, los cuales, la India clasificó en su momento en cinco categorías: de fruta, de agua, de fuego, de tierra y de aire.

A medida que estas varillas de incienso van liberando el humo, actúan como desinfectantes orgánicos ahuyentando los insectos y procurando un efecto psicológico muy beneficioso al calmar de paso la mente, lo cual hace que ésta pueda concentrarse mejor en las oraciones que ofrecen y en sus procesos de meditación. Como el hinduismo y el budismo fueron fundados en la India, el incienso también se transformó en parte integral del budismo, y gracias a un grupo de monjes errantes, los “agarbathi”, fueron más tarde introducidos en China, donde el incienso operaba también a modo de singular “reloj humeante” marcando un período de tiempo determinado.

Las rutas del comercio florecieron durante siglos en el Medio Oriente debido a la abundancia de gomas y resinas como el incienso y la mirra. Muchos de estos compuestos aromáticos eran muy codiciados y costosos, y algunos incluso más valiosos que el oro. El comercio alcanzó su punto culminante cuando la Ruta del Incienso de la península arábiga y la India llegó a Grecia y a Roma. Las iglesias cristianas orientales adoptaron entonces el incienso para la purificación ritual y la oración, y la Iglesia Católica Romana pronto siguió su ejemplo, aunque el negocio del incienso en Europa decayó poco después de la caída de Roma.

El caso es que básicamente todas las culturas, incluidas las norteamericanas y las andinas, se han valido de la práctica de quemar incienso, la cual consideraban sagrada y muy necesaria para entablar una relación con sus respectivos dioses y elevar sus oraciones al más allá, ya que todas ellas coincidían en que el incienso purifica y condiciona el estado de ánimo para la meditación y otras prácticas médicas y religiosas y predispone a “alejar energías negativas, sanar, bendecir y restaurar el equilibrio perdido”, tal y como proclaman los nativos de América en su “Smudgin” o ritual de purificación, el cual es una parte integral de su vida y que se lleva a cabo antes de cada curación, reunión pública, asamblea o sauna.

Si te apetece conocer y experimentar algunos de estos inciensos legendarios, en la Bio·tica de la Lola podrás encontrar estuches de 30 varillas de:

SACRED LOTUS

una acertada combinación de inspiración tibetana, con notas aromáticas de Opoponax  y Benjuí

DOK CHAMPA                                                                                                                        

excelente combinación de fragancias siguiendo la tradición de Laos, con acordes de resinas aromáticas alrededor de una nota principal de Frangipani

LOBAN MUSK                                                                                                                                      

las más míticas fragancias hindús que provienen de la combinación de notas florales de Jazmín Sambac y Nagchampa, surgiendo de un fondo almizclado 

LIQUIDAMBAR                                                                                                                              

la profundidad aromática de resinas como el Estoraque, el Copal y el Ámbar líquido, de las civilizaciones andinas.




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