SUBIR LA LUZ




El origen de las velas es tan antiguo como la civilización humana, y su antiguo uso ha estado siempre asociado a fines místicos. En diferentes culturas se han utilizado como medio de comunicación con los dioses. Independientemente de la práctica religiosa, las velas siempre han estado presentes en los templos, altares, palacios, casas, etc. y también se han utilizado para realizar rituales del tipo protección de la casa, atraer prosperidad, abundancia, salud o amor, entre otros.


En el siglo I antes de Cristo, una descripción romana consideraba el invento de la vela como una obra maestra, hecha de sebo, un extracto vegetal sólido casi incoloro e insípido o grasa animal.

De hecho hay muchas historias de soldados que acosados por el hambre devoraron velas sin dudarlo, al igual que los guardianes británicos, que aislados por varios meses en sus faros, ingerían velas con consentimiento profesional y sin ningún remordimiento.


A finales del siglo XVIII, gracias al auge de la caza de las ballenas, las velas comenzaron a hacerse a partir de la cabeza de este animal, pero resultaban de un olor desagradable y fueron desestimadas pronto (menos mal)… y fueron reemplazadas por cera de abejas, un elemento costoso que entonces sólo podía ser adquirido por los clérigos y la minoría rica.


A mitad del siglo XIX, el desarrollo de la estearina como compuesto químico, produjo grandes cambios en la producción de velas, de mayor duración, dureza, colores y buen olor, y allá por el 1850, se empezó a potenciar el uso de la parafina, una especie de aceite mineral que deriva de un compuesto de petróleo y carbón.


Sin embargo, con el tiempo, las velas han ido evolucionando y hoy en día, con una conciencia más ecológica, se prefieren velas artesanales hechas con una gran variedad de ceras vegetales, fabricadas con aceite de girasol, de colza, o de palma procedentes de cultivos sostenibles, con mechas de algodón puro, sin hollín, sin parafina, sin tóxicos, sin perfumes sintéticos, sin disolventes químicos y sin plomo en las mechas como antes.


En la actualidad, en general, la gente enciende las velas para crear un ambiente especial, más cálido, íntimo y romántico, ya que constituyen un elemento decorativo durante las fiestas y otras celebraciones especiales, pues hay que reconocer que un ambiente iluminado por velas está impregnado de un halo “mágicamente misterioso”.


Sin embargo, en las tradiciones paganas, siempre fue muy apreciada y practicada su colaboración en rituales, como por ejemplo, los dedicados a cada día de la semana:


-el Lunes, se asocia con la Luna, la reina, símbolo de lo femenino, la que gobierna el hogar y protege a las personas que viven en él; las velas deben ser blancas o plateadas en honor a su diosa Ariadna


-el Martes, el planeta Marte nos brinda su energía, y se encienden velas rojas en honor a su diosa Morrigan


-el Miércoles, día de Mercurio, la vela púrpura o malva dedicada a la diosa Ainee, apoyará las peticiones de suerte en todos los ámbitos intelectuales, estudios, arte, ideas, creatividad y en todo lo que comporte el elemento Aire


-el Jueves, es el día del planeta Júpiter, su diosa es Avia, que es azul, al igual que la vela que se ha de poner para que nos proteja de las negatividades y tropiezos


-el Viernes, es el día del planeta Venus y de la diosa Deva. Este es el día más adecuado para los asuntos de amor, amistad y sentimientos en general, y su vela ha de ser de color verde

-el Sábado, es el día de la diosa Epona, diosa de la tierra y de los caballos. Su vela, de color marrón o gris, sirve para asuntos de trabajo y economía


-y el Domingo, está bajo la influencia del Sol, las velas han de ser doradas, amarillas o naranjas, ya que son los colores del éxito y además se pueden añadir a las de los otros días de la semana para reforzarlas.


En fin, que las velas están pluriempleadas, y al parecer sirven para varios menesteres, esto, claro está, queda al gusto y los principios de cada uno, pero el hecho, es que de un modo u otro, las velas se han venido utilizando desde los albores de la humanidad y nos preguntamos por qué.


Quizás sea porque las Salamandras, que son los genios que residen en el elemento Fuego (purificador de energías y el más espiritual de los elementos), a menudo se comunican por medio de las velas, y pueden indicarnos, por la forma de su llama, por la manera en que se derrite la cera, o por las formas que va adquiriendo al consumirse, datos importantes que nos sirven de orientación.


En un sentido metafórico, la luz de la vela es como una representación del ser humano, siendo la cera, el cuerpo físico, la mecha, la mente y la llama el espíritu.


El sencillo acto de encender una vela puede llegar a ser un acto de suma transcendencia, pues al hacerlo, aportamos luz a la oscuridad en el plano físico, la alejamos, pero también en el sentido espiritual. Y eso, nunca viene mal.



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